La idea de El nombre de la rosa se me ocurrió casi por casualidad, y me
gustó porque la rosa es una figura simbólica.
En el trasvase de ideas para una trama del cine a la literatura y viceversa, se
afirma que un mal libro puede producir una buena película y que una mala
película es producto de un buen libro. No es éste el caso de El nombre de la
Rosa que fue llevada a la gran pantalla.
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